El universo ante la imaginación del niño. Segunda parte: la inteligencia un campo fértil

El siguiente texto es un extracto traducido del original en inglés “El universo ante la imaginación del niño”.

En su libro “Educación de las potencialidades humanas” Montessori desarrolla su visión sobre la Educación Cósmica. Por ejemplo en el capítulo titulado El niño de seis años y el Plan Cósmico, María Montessori afirma que  la educación entre los seis y los doce años no es una continuación de la etapa anterior, pero se basa en dicha etapa. Dice que “en lo psicológico, cambia decididamente la personalidad, y conforme lo ha determinado la naturaleza, durante este periodo el niño adquiere todo cuanto tiene que ver con la cultura.

 

La primera parte la puedes encontrar en “El niño de seis años”

El universo ante la imaginación del niño

María Montessori dice que  para despertar en los niños el interés por el Universo, no debemos brindarles ya desde un comienzo datos aislados, hacerles comprender meramente su mecanismo; habrá que transmitirles nociones mucho más elevadas de naturaleza filosófica, adaptadas a la psicología de los niños. Con ese propósito, puede ser útil contar con la ayuda de algunos mitos o cuentos de hadas, pero sólo aquellos que simbolizan verdades de la Naturaleza, no los que son pura fantasía.

La vida es un agente cósmico. ¿Cuál es la mejor manera de presentar esta verdad ante los niños, para apelar a su imaginación? Es probable que lo que más le llame la atención al niño sean las dimensiones, la tremenda magnitud y alcance de la vida en el planeta, lo cual sería simple porque él ya conoce el poder de los números. Se le pueden brindar cifras, fácilmente obtenibles, sobre la población humana de los distintos países, y luego mencionar la vida en las profundidades del mar, que como se sabe es incalculable.

Primero mencionaremos las ballenas, esos impresionantes gigantes marinas, que al ser tan grandes es lógico que no sean tantos como los peces más chicos. Las ballenas viven en grupos en los mares del norte pero en el invierno se trasladan a regiones más cálidas, donde se unen con otras especies, como la ballena blanca de la Antártida. Allí, no hay cientos de grupos, hay cientos de miles. Dicho esto, no es difícil imaginar el resto de la vida marina, compuesta por miríadas de multitudes de criaturas de menor tamaño. Para dar una imagen gráfica de esto, podemos recurrir a las cifras, y si no hay datos estadísticos disponibles, considerar las áreas que quedan cubiertas en ciertos mares durante la estación en que los peces se ven obligados a saltar a la superficie. Se ha observado que sólo los que salen del fondo submarino, porque algún factor les impide estar allí, cubren en tales ocasiones más de diez mil hectáreas.

A los niños les gusta analizar y comprender estas cifras colosales, y se les puede decir que los peces pertenecen a la aristocracia de la vida y que los géneros inferiores son aún más prolíficos, tanto que no alcanzan los números para contarlos. Es sabido que las medusas suelen invadir a veces la superficie hasta tal punto que los buques más veloces demoran tres días en cruzar por donde ellas están; para alimentarse, semejante cardumen caza con sus tantísimos tentáculos criaturas vivientes muchísimo más numerosas, las cuales existen en una cantidad que parece inagotable. A fin de tener una idea de cuán numerosos son esos seres microscópicos, cabe destacar que con su fosforescencia son capaces de iluminar kilómetros y kilómetros de un mar tropical, basta el punto de rivalizar con las estrellas que brillan en una noche despejada. Si con la ayuda de un microscopio se observan en una sola gota de agua cientos de organismos vivos diminutos, ¿cuántos de ellos habrá en el inmenso océano? Se ha estimado que uno de los más pequeños de esos seres vivos del mar es capaz de producir un millón de individuos similares a él en diez días. Es decir, que luego de veinte días, tal vez haya un millón de millones de esta criatura diminuta, ¡y en un mes el cubo de un millón!

En el reino vegetal, las cifras son aún más difíciles de calcular; en algunos bosques, hay una maleza tan tupida e impenetrable, que hasta los animales tienen que andar sobre las copas de los árboles para procurarse alimento. La vida es una aventura y está poblada de peligros, tanto en el mar y el aire como en la tierra. Las especies marinas viven bajo la constante amenaza de ser exterminadas por voraces criaturas de mayor tamaño que buscan saciar su hambre, las cuales a su vez son víctimas de otras aún más grandes. En la tierra, a estos peligros se les suman las hambrunas, inundaciones, erupciones volcánicas y plagas, las cuales se cobran numerosas vidas; pero todo eso queda minimizado ante la destrucción sobrevenida si el agua o el aire dejaran de cumplir su función vital: se aniquilaría toda forma de vida de un solo golpe mortal.

Todos los animales cuentan con el instinto de conservación y sus propias armas para defenderse de cualquier otro peligro, de modo que- siempre sobrevivirá una cantidad que garantice la continuidad de la especie, pero no hay criatura que se pueda defender ante la privación de aquellos elementos indispensables. Además, siempre se ha alertado acerca del peligro que corre la Tierra ante la posibilidad de una colisión con algún cometa o el enfriamiento del Sol, pero se trata de riesgos remotos y secundarios comparados con la catástrofe que sobrevendría si faltaran el aire o el agua. Si bien no siempre presentaron la misma forma que hoy, parecería que estos dos elementos han mantenido constantes su pureza y naturaleza esencial desde los más remotos comienzos de la vida sobre el planeta, sobreviviendo a cambios colosales, cuando se sumergieron continentes enteros y se produjeron mutaciones el equilibrio del mundo.

El “embrión espiritual”

María Montessori habla del “embrión espiritual” en su libro La mente absorbente del niño. Dice que el recién nacido debe emprender un trabajo formativo en el campo psíquico, que recuerda el que realiza el cuerpo en el periodo embrionario. Tiene un período de vida que ya no es el de embrión físico y tampoco se parece al que presenta el hombre que será más tarde, Este período postnatal, que puede definirse como el “período formativo”, es un período de vida embriológica constructiva que hace del niño un embrión espiritual. De este modo la humanidad tiene dos periodos embrionales: uno prenatal, similar al de los animales, y otro postnatal, exclusivo del hombre. Así se interpreta el fenómeno que distingue al hombre de los animales: la larga infancia.

Es en la infancia donde se observa una clara barrera entre los animales y el hombre; con la infancia el hombre se presenta en la tierra como un ser aparte, cuyas funciones no son ni la continuación, ni la derivación de las que se manifestaron los animales superiores.

Representa un salto en la vida: la apertura de nuevos destinos. Lo que permite distinguir las especies son sus diferencias, no sus semejanzas. Las especies nuevas deben tener algo nuevo: no pueden ser una simple una simple derivación de las antiguas: se presentan como originales y productivas de caracteres que nunca han existido antes.

La obra es original y creativa, y denota un nuevo impulso en la vida. Así, cuando aparecieron los mamíferos y las aves, aportaron novedades y no copias o adaptaciones de seres precedentes.

Las novedades que se manifestaron al desparecer los dinosaurios, fueron en las aves la defensa apasionada de los huevos, la construcción de los nidos, la protección de los recién nacidos, el valor para defenderlos, mientras los reptiles insensibles abandonaban sus huevos. Y los mamíferos superaron a los pájaros en la protección de la especie: no hicieron nidos, sino que dejaron que los nuevos seres se desarrollaran dentro de su propio cuerpo, preparando su alimentación con su propia sangre. Se trataba, pues, de caracteres nuevos. Y, por ello, el de la especie humana es un carácter nuevo: tiene una doble vida embrional, un nuevo esbozo, y un nuevo destino, respecto de los demás seres.

Este es el punto en que debemos detenernos y a partir del cual debemos emprender el estudio de todo el desarrollo del niño y del hombre en su aspecto psíquico. Si la obra del hombre sobre la tierra está relacionada con su espíritu, con su inteligencia creativa, espíritu e inteligencia deben constituir el soporte de la existencia individual y de todas las funciones del cuerpo. En torno a éste se organiza su comportamiento, y también la fisiología de sus órganos. El hombre entero se desarrolla dentro de un halo espiritual.

Actualmente, nosotros los occidentales también empezamos a progresar hacia este concepto particularmente claro en la filosofía hindú: a través de experiencias prácticas, vamos descubriendo perturbaciones fisiológicas que dependen de hechos psíquicos porque el espíritu no se ocupó de dominarlas. Si el hombre está regido y depende de un “halo espiritual que lo envuelve”, y del cual consigue la organización de su comportamiento individual, los primeros cuidados, los que tienen preferencia sobre todos los demás, deberán dirigirse particularmente hacia la vida psíquica del recién nacido, y no sólo hacia la vida física, como aún ocurre en la actualidad.

“Recuerdo a mi abuela pelando patatas”

Hablando sobre Montessori y la Educación Cósmica conviene traer a colación lo que dice su nieto Mario Montessori Jr.

Una de las características más fascinantes de María Montessori era su habilidad para conectar la vida del momento con la vida del distante pasado. Una simple tarea hacía que empezara a esbozar una visión panorámica de la evolución del hombre hasta la época actual, estimulando irresistiblemente la imaginación de quienes la escuchábamos.

La recuerdo pelando patatas y mirándolas con profundidad, como si supiesen revelar algún secreto de gran importancia. Continuaba su tarea, preguntándose en voz alta cómo descubrió el hombre originalmente el valor de la planta de las patatas, en apariencia una semilla con insignificantes florecillas que producían un fruto venenoso. ¿Qué fue lo que le hizo mirar más allá? ¿Por medio de qué truco de la casualidad descubrió que su utilidad para el hombre no yacía en la parte que aparecía sobre la superficie, sino en la parte oculta en la tierra? ¿Cómo aprendió que esta parte no era venenosa, sino comestible? La patata proviene del Nuevo Mundo. ¿Cómo es que fue introducida, adoptada y cultivada a través de Europa occidental? El modo en que podía hablar de cosas como las patatas lo llevaban a uno inmediatamente hasta un nivel de pensamiento y a una visión más profunda de la realidad, mientras que al mismo tiempo, permanecía inmerso en la vida humana.

Era una experiencia única.

Estaba conectada a una cualidad especial de su personalidad y a una profundidad de conocimientos fundamental para su éxito. Aunque es posible que no haya hecho la conexión conscientemente, creo que su desarrollo de la Educación Cósmica surgió de esta desusada habilidad para conectar el pasado y el presente a través del pensamiento imaginativo.

Como ella misma lo señaló en su libro “La educación de las potencialidades humanas“: La visión imaginativa es completamente diferente de la mera percepción de un objeto, pues es ilimitada. No sólo la imaginación puede viajar a través del espacio infinito, sino también a través del tiempo infinito.

Podemos retroceder a épocas pasadas, y tener una visión de la tierra como era, con las criaturas que la habitaban. Para aclarar si un niño ha comprendido, o no, debemos ver si puede formar una visión de ello dentro de la mente, si ha ido más allá del simple entendimiento. El secreto de la buena enseñanza es considerar la inteligencia del niño como un fértil campo en el que pueden sembrarse semillas, para crecer bajo el calor de una flamante imaginación. Por lo tanto, nuestro objetivo no es solamente que el niño entienda y menos aún forzarlo a memorizar, sino conmover su imaginación para entusiasmarlo hasta lo más profundo de su corazón.