Para el niño, la aptitud para el trabajo representa un instinto vital, porque sin el trabajo no puede organizarse su personalidad, desviándose de las líneas normales de su construcción: el hombre se construye trabajando. Nada puede sustituir a la falta de trabajo, ni el bienestar físico, ni el afecto y, por otra parte, las desviaciones no pueden vencerse por el castigo ni por los ejemplos. El hombre se construye trabajando, efectuando trabajos manuales, donde la mano es el instrumento de la personalidad, el órgano de la inteligencia y de la voluntad individual, que labra su propia experiencia cara a cara con el ambiente. El instinto de niño confirma que el trabajo es una tendencia intrínseca de la naturaleza humana: es el instinto característico de la especie. (El secreto de la infancia)
Les compartimos esta imagen que habla por sí sola.