Tolerar… Qué tal cambiar por sensibilizar

Tolerancia.  Aceptación.  Ambas palabras nos dan la idea de no tener otra opción más que doblegarnos ante lo que se nos presenta y reaccionar no por convicción, sino por deber.  A pesar de que cada una de las frases que difunden el concepto tiene siempre un marco positivo, al escuchar la palabra nos queda una sensación de insatisfacción o bien de que lo estamos haciendo porque somos tan bondadosos que estamos sobre todos los demás.  

Cada vez que tenemos que “tolerar” es porque nos enfocamos en los puntos que nos molestan. Las diferencias. Todo aquello que va contra nuestros deseos, por lo tanto divide y nos hace voltear y no querer pertenecer, ni siquiera convivir con quien tiene puntos de vista y estilos de vida diferentes a los nuestros.

Sin embargo, en cada situación, aún en aquello que más nos pudiera molestar, existen detalles que pudieran ser positivos y tal vez hasta agradables.  En la medida en que nos demos la oportunidad de observar y admirar lo positivo que existe en cada situación, en cada relación, no tendremos que ser tolerantes ante lo negativo, pues será únicamente lo positivo lo que nos mantendrá ocupados.

Pongámonos a pensar por un momento en aquello que más nos molesta de nuestros seres queridos y, si somos honestos, aprendemos a vivir con ellos no porque los toleramos, sino porque hemos aprendido a amar lo positivo que hay en ellos y a partir de eso, nos amoldamos para poder evitar los desencuentros.

Sensibilizar en lugar de tolerar.  Sensibilizarnos ante la belleza de quienes son diferentes y desde esa sensibilidad, enriquecernos con lo positivo que hay en ellos. 

Ciertamente habrá circunstancias en las que no podamos encontrar ese punto de contacto.  Ciertamente tenemos muchas oportunidades para tratar de ser mejores cada día, recordemos que siempre habrá alguien que buscará esa parte de nosotros para poder cambiar de “tolerarnos” a “amarnos”.

 

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