¿Recuerdas tu infancia? ¿Te sientes identificado de alguna manera con este texto escrito por Catherine Mctamaney?
Fuimos niños una vez. Tuvimos varios maestros, asistimos a varias escuelas y de una u otra forma, hicimos frente a los adultos. Crecimos y crecimos hasta que en un momentoun dejamos ser niños, luego dejamos de ser estudiantes y de alguna manera nos convertimos en los adultos con los que otros niños tienen que tratar. Pero es un hecho, fuimos niños alguna vez.
Encontramos Montessori debido a las experiencias que tuvimos como niños y como estudiantes, por la forma en que tratamos con los adultos y la forma en que nos trataron. Para algunos de nosotros, esas experiencias fueron tan positivas que nos sentimos comprometidos a repetirlas con otros niños. Para para otros, tal vez esas experiencias fueron tan hiriente que se compromenten a asegurar que ningún niño las sufrirá. Ya sea que hemos llegado a Montessori porque en nuestra infancia nos hicieron sentir felices o porque nuestra infancia nos hizo sentir insignificantes, estamos aquí ahora, gracias a los niños que fuimos.
Cuando se enfrenten al niño con un corazón que está abierto y desbordante, encontrarán a ese niño dentro de ustedes. Recuerde al adulto que amaba entrañablemente y responda de la forma en la que ese adulto habría actuado con usted. Cuando se enfrenten al niño cuyo corazón está encerrado y triste, encontrarán también a ese niño que fueron; rcuerden entonces al adulto que más temían y respondan de la forma en que ese adulto no hubiera actuado con ustedes.
Un día, abrimos los ojos y nos encontramos con obligaciones, debiendo obedecer a nuestros despertadores y horarios y chequeras. Un día, abrimos los ojos y nos encontramos con cónyuges e hipotecas y los también con nuestros propios niños. Un día, abrimos nuestros ojos y descubrimos que, poco a poco, imperceptiblemente, dejamos de ser niños. ¡Qué inmenso perjuicio a los niños que una vez fuimos, si nos olvidamos de qué se sentía entonces. Simplemente porque hemos dejado de ser niños, no quiere decir que nunca lo fuimos. Juro que es verdad, fuimos niños una vez.
“El niño no es mayor misterio que su propio corazón. Debemos aprender a llamar al hombre que yace latente en el alma de un niño”.
María Montessori.