“El niño pequeño es el creador de la mente del adulto. Esta creación deberá ser estudiada en la secuencia de sus fenómenos. Debemos saber la psicología del niño pequeño si queremos ayudar a la vida. Debemos estudiar su profunda y misteriosa sicología, observar la línea de su desarrollo y encontrar qué ayuda debemos dar en el momento preciso.
Ahora sabemos que debemos utilizar estas energías ocultas y para hacer eso debemos primero conocerlas. Debemos hacer un plan de desarrollo con la guía que el niño nos da a través de los poderes que él nos va revelando mientras lo observamos. No debemos proceder con nuestras propias ideas o con nuestros prejuicios, no mediante un método preconcebido, sino observando al niño. La personalidad del niño se encuentra con altivez a la mitad del gran problema de la educación. Él es el único maestro existente en este plan. Este niño que se nos presenta con sus maravillosas energías ocultas, es quien deberá dirigir nuestros esfuerzos. Cuando decimos que el niño es nuestro maestro nos referimos a que sus revelaciones son las que debemos tomar en cuenta como nuestra guía. Si usted no entiende esto, no tiene sentido. Nuestro punto de inicio deberá ser la revelación de estas características del individuo humano. Yo digo que debemos tomar al niño como nuestro maestro. Probablemente ustedes objetarán diciendo que debemos educar al niño, que debemos darle esta o aquella información, que él deberá aprender esto y aquello. Pero, yo les digo que no tengan estos prejuicios, porque cuando sus energías son liberadas, el niño es más capaz de aprender que antes. Entonces, yo digo que este es el Método del Niño, no el Método Montessori.”
Leer estas palabras de María Montessori tomadas de una de sus conferencias dictadas en 1946, pueden hacer sentir una gran liberación, al mismo tiempo que una gran responsabiidad.
La responsabiidad que tenemos como adultos está basada principalmente en preparar un ambiente que le sea propicio al niño para poder desarrollarse íntegramente. La educación basada en la libertad de elección que el niño ejerce al hacer lo que sus necesidades interiores le piden, nos obliga forzosamente a mostrarle un mundo que satisfaga y responda a todas las preguntas que se generan a través de las simples vivencias de lo cotidiano.
Preparar un ambiente positivo nos libera, definitivamente, nos libera, pues el niño aprenderá a ser responsable de sus actos y aceptará las consecuencias de sus errores que serán maravillosas oportunidades de aprendizaje.
Por el contrario, un ambiente que no satisfaga las necesidades del niño, ayudará a construir adultos tiranos que nos mantendrán dolorosamente esclavizados a sus caprichos.