El mismo lugar en el que paso mis mañanas desde hace ya muchos años. Tantas caritas conocidas, facciones que van cambiando poco a poco transformándose delante de nuestros ojos todos los días, pero es en el “primer día”, al regreso de las vacaciones, cuando me percato de su crecimiento. Ojitos de niños nuevos en el Colegio que miran con el infinito puesto en sus pupilas.
El primer día es siempre maravilloso, tiene una mezcla de emoción, de expectativa, de grandes deseos de saber tantas cosas. Los niños siempre tienen deseos de saber, pero el primer día, llegan con los ojos más brillantes, más abiertos, con la sonrisa más franca y la emoción del reencuentro… o el miedo del encuentro, de descubrir qué es, con quiénes, cómo, dónde. ¡Qué emoción!
Hasta ahora, había estado dentro de un ambiente, siendo parte de ese movimiento transformador a través de varias actividades; pero hoy ha sido la primera vez que he vivido la esena desde afuera, como espectadora: todo el movimiento del ir y venir de niños que subían y bajaban y luego, el silencio en los pasillos, la ausencia de voces en los patios. La belleza de asomarme por las ventanas y ver a los bebés trabajando con sus materiales ¡ya desde antes de que cerraran la puerta principal del Colegio! Entrar a los ambientes de Casa de Niños y escuchar el sonido de la música que armoniza suavemente los susurros de los pequeños trabajadores en su hacer. Asomarme casualmente y ver a los más grandes que trabajan en mesas y tapetes con gran alegría.
Soy muy afortunada de estar en un lugar en donde el trabajo es gozo, tanto para los niños como para los adultos que los acompañamos en el hacer cotidiano. Gracias a todos los padres de familia que nos confían lo más valioso de sus vidas. Para nosotros es un honor recibirlos todas las mañanas y compartir la aventura de la creación del hombre en cada uno de esos pequeños niños.
Ante tanta libertad de movimiento con sentido, me vino a la mente un párrafo de Raniero Regni:
“La humanidad continuará a estar constituida por mucha gente que habla de libertad pero por pocos hombres libres. Si el fin de la educación es la liberación como reconstrucción, el medio no puede ser diferente del resultado. La libertad no es la verdadera finalidad de la educación, sino la creación de niños que serán adultos menos infelices capaces de cambiar el mundo. La finalidad es cósmica, la libertad es el medio para llegar a obtener ese resultado.”