Hasta que mi hija Sofía comenzó a asistir al colegio Montessori, para mí; Montessori era una corriente de educación donde los niños tenían gran libertad, las maestras sólo los acompañaban en el proceso y sólo servía hasta preescolar ya que los contenidos en primaria no tenían la calidad académica mínima necesaria de una buena escuela. En pocas palabras una guardería nice y cara.
Pero cuál sería mi sorpresa que al pasar los primeros meses, me di cuenta de que algo no estaba del todo bien.
Así es; ser papá Montessori no es un proceso fácil, tener hijos que a todo le buscan un porqué o una causa justa en cada acción no es fácil si no estás dispuesto a ser coherente entre lo que enseñas y lo que vives a diario en casa.
Pero si la escuela te orienta, todo fluye de mejor manera; entonces me di cuenta de que al que estaban educando no era sólo a mi hija sino también a mí.
Me enseñaron primero la disciplina con los horarios y después el compromiso con la comunidad escolar, con todos y cada uno de sus miembros, compromiso de respeto, honestidad, solidaridad, etc…
La importancia de la participación y contribución en los eventos extra escolares; como las cenas de padres para propiciar la confianza, las pláticas donde especialistas nos enseñaron como ser mejores padres, los inolvidables desayunos donde tus hijos te preparan la mesa y te sirven con gran orgullo.
Y qué decir de las clases abiertas; donde mis hijos me enseñaron finalmente que es una raíz cuadrada con unos cubos.
Me enseñaron a acompañar a mis hijos educándolos con el ejemplo, no con rollos y palabrería; también que vivir la experiencia sea la que sea siempre será mejor que solo escucharla de otros, que los niños pueden y deben cargar el paquete que les toca de acuerdo a su edad y su desarrollo, que es mejor acompañarlos que hacer las cosas por ellos, que es mejor que lo intenten muchas veces hasta lograr lo que quieren y no que tomen atajos o quieran que otro haga las cosas por ellos.
¡Hasta me enseñaron que las matemáticas pueden ser muy divertidas cuando mis hijos me las muestran con cuentas y reglitas de madera! Que mis hijos son capaces de lograr cualquier objetivo si se esfuerzan y comprometen.
Y así aprendiendo pasaron los años y hoy mis hijos ya pasaron la tenebrosa transición a la educación tradicional de la secundaria y la verdad nunca tuvieron grandes problemas para adaptarse al nuevo sistema; si no al contrario sus maestros eran los que ya no querían niños preguntones.
La verdad me alegro mucho de haber tomado la decisión junto con mi esposa de seguir hasta el final en el colegio Montessori desde casa de niños (preescolar) hasta taller dos (sexto de primaria).
Porque no sólo les dieron las bases firmes de su educación académica sino que juntos nos complementamos a darles las bases firmes para la vida con los valores y principios que hoy los hacen seres humanos sanos, seguros, firmes, alegres, participativos y siempre en la búsqueda de la vida plena.
Gracias.
“¿Por qué, papá?”
Víctor M. Rubio Maldonado