La vida de estas tortuguitas parte en medio de su aparente fragilidad, ¡se ven tan desvalidas! Pero no lo son en realidad; sí, serán frágiles, y sin embargo, se adentran al mar en busca del destino guiadas por el instinto que llevan impreso en sus genes y más allá de eso, se aventuran confiando en sus capacidades innatas pues vemos como ya aletean y van dejando sus huellitas uniformes en la arena rumbo al destino. Si tienen éxito, otras, su descendencia, dejarán nuevamente la huella de partida.
La huella en la arena quizás se borre pero, para quienes vieron el momento, será una huella que no desaparecerá con la marea. Esas aletitas en la arena son como su declaración de emancipación al lograr tocar el agua.
Durante ese mismo proceso, en ausencia de humanos, los cormoranes y otras aves amenazan a las tortuguitas. Ese es el momento más peligroso de su vida: ese trayecto entre el nido en la arena y la primera ola rompiente con la que se encuentran. Así como para ellas la decisión de vivir, de meterse al agua puede ser una decisión crítica, trascendental, así también lo es para cada ser humano decidir ir en la búsqueda del sueño propio, de lo que se desea.
El deseo de crecer, el deseo de aprender, de conocer el mundo que se abre por delante… Ver a los niños liberar tortuguitas es una imagen de lo que los padres hacemos día con día mientras somos testigos del desarrollo de nuestros hijos: Decidir soltarlos y mirar como siguen su camino con decisión, estando pendientes si una ola los aleja, empujando y echando porras para que sigan adelante hasta que lleguen a su meta… después… una oración constante para que siempre encuentren el camino de regreso.
Gracias Plaza Forum por invitarnos a compartir ese momento tan hermoso.