Todos los días el nombre “Montessori” está en nuestras pláticas. Formamos parte de esta comunidad y nuestros niños trabajan todos los días con los materiales que María diseñó hace más de cien años.; pero… ¿Conocemos su vida?
El 31 de agosto celebramos el natalicio de María Tecla Artemisa Montessori (31 de agosto de 1870 – 6 de mayo de 1952), una mujer que rompió paradigmas y revolucionó la educación mundial. Científica, médica, psiquiatra, filósofa, antropóloga, psicóloga, devota católica, feminista, y humanista italiana. Nació en el poblado de Chiaravalle, provincia de Ancona, Italia, en el seno de una familia burguesa católica. Su madre fue Renilde Stoppani, y su padre Alessandro Montessori, un militar de profesión, caracterizado por ser muy estricto; en esa época a lo que más podía aspirar una mujer era a ser maestra, aunque en su familia se reconocía el derecho a cierta educación de la mujer.
Contrario a todos los estatutos sociales, María estudió ingeniería a los 14 años, luego biología y por último, fue aceptada en la Universidad de Roma, en la Escuela de Medicina. A pesar de que su padre se opuso rotundamente, al punto de ignorarla y dejar de cruzar palabra con ella, se graduó en 1896 como la primera mujer médico en Italia. Fue miembro de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Roma. Más tarde, estudió Antropología y obtuvo un doctorado en Filosofía, época en la que asiste a uno de los primeros cursos de psicología experimental. Fue contemporánea de Freud y desarrolló su propia clasificación de enfermedades mentales.
De un desafortunado romance con Giuseppe Montesano, colega psiquiatra y profesor suyo, nació su hijo Mario. La profunda desilusión que le causó el abandono del médico, quién no sólo no cumplió su promesa de matrimonio, sino que tomó la patria potestad del niño y lo apartó de María, llevándola a trabajar durante toda su vida a favor de los derechos de la mujer y de los niños, al grado de afiliarse al movimiento feminista, del que fue representante a nivel nacional e internacional, en los Congresos de Berlín (1896) y de Londres (1899).
Aunque el régimen de Mussolini la distinguió como miembro honorario, acusó públicamente al fascismo de «formar a la juventud según sus moldes brutales» y al convertirlos en «pequeños soldados». Sus opiniones causaron tanta molestia en el régimen gobernante que a la doctora no le quedó otra alternativa que exiliarse. Abandonó Italia en 1933 al ser clausuradas sus escuelas y fue a Barcelona, donde estuvo viviendo un tiempo y luego se estableció en Holanda con su hijo. Regresó a Italia en 1947 para ayudar a la reorganización de escuelas y reanudar las clases en la Universidad de Roma.
Se interesó por la educación de los niños con deficiencias mentales y aplicó métodos experimentales consiguiendo que estos niños aprendieran a leer y escribir. Desarrolló sus propios métodos que aplicó más tarde a toda clase de niños. A través de su práctica profesional llegó a la conclusión de que los niños «se construyen a sí mismos» a partir de elementos del ambiente y, para comprobarlo, volvió a las aulas universitarias a estudiar psicología. En 1906, decidió hacerse cargo, durante el día, de 60 menores cuyos padres trabajaban.
Fundó la Casa de los Niños y desarrolló allí lo que a la postre se llamaría el Método Montessori de Enseñanza. Todas sus teorías se basaron en lo que observó a los pequeños hacer por su cuenta, sin la supervisión de adultos. La premisa de que los niños son sus propios maestros y que para aprender necesitan libertad y multiplicidad de opciones entre las cuales escoger, inspiró a María Montessori en todas sus batallas por reformar la metodología y la psicología de la educación.
El principio dominante era el de dejar hacer; de vigilar para ayudar en caso de necesidad; de tener fe en el valor inmenso de una actividad libre desarrollada con vistas a finalidades concretas adoptadas por el niño, capaz de impulsar un desarrollo seguro y de desembocar, poco a poco, en descubrimientos espontáneos y conquistas según un ritmo natural y según una sucesión de “períodos sensitivos”, vinculados a las aficiones particulares del niño, que era preciso saber comprender y satisfacer en el momento adecuado, para no dejar pasar la ocasión propicia sin el indispensable ejercicio.
Una pedagogía completamente diferente a la que se vivía en ese tiempo, una “escuela activa” que enlazaba más o menos con Rousseau y con Friedrich Froebel. En su obra, L’autoeducazione nelle scuole elementari, aplicaba el método a las enseñanzas en la escuela elemental.
Desde 1909, en Città di Castello impartió cursos para maestros, y escribía artículos en italiano y en inglés, para ilustrar su método y su pensamiento, que más tarde sintetizó en el Manuale di Pedagogia Scientifica . A partir de 1913-14, se difundió su método en América del Norte y en muchos países europeos: Alemania, Gran Bretaña, España (Barcelona fue la ciudad que se interesó por los nuevos métodos), Holanda y Suecia, Francia, Suiza, más tarde en la India, y al mismo tiempo se difundían por todo el mundo las “Casa dei Bambini Montessori“.
En 1949 se estableció definitivamente en Amsterdam, y ese año publicó su libro La Mente Absorbente. En 1950 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Amsterdam. En tres oportunidades fue nominada para el Premio Nobel (1949, 1950 y 1951). Falleció en Holanda en 1952, a los 82 años de edad, pero su pensamiento sigue vivo en las muchas instituciones educativas alrededor del mundo que aplican su método.
“Ruego a los niños todo poderosos se unan a mi para construir la paz del hombre y la paz del mundo”