El arte de la observación es simplemente eso, observar
Escrito por Mary Caroline Parker, de la colección Parents of the New World
Casi todo lo que hacen los adultos con los niños es sobre su seguimiento. Si pensamos en nuestras interacciones con los niños en términos de cuál es el propósito, estamos casi siempre dirigiendo, pendientes de lo que hacen, corrigiéndolos, protegiéndolos, o incluso “sermoneándolos”. También a menudo tratamos de aprovechar todas las oportunidades posibles para enseñarles. Stan Ferguson, terapeuta, consejero, y el autor de “Lo que los padres necesitan saber sobre los niños”, estima que aproximadamente el 99,9% de toda la comunicación de adultos con los niños es básicamente este tipo de monitoreo. Muchos padres podrían argumentar que esta interacción es el resultado de la responsabilidad de ser padres. Eso es en lo que nos enfocamos para amar a nuestros hijos, cuidarlos, protegerlos, y mostrarles el camino. Sería muy interesante si alguien pudiera seguirnos a nuestro alrededor con una pequeña libreta sólo por un día y escribir todo lo que le decimos a nuestro hijo.
Podría salir algo como esto: Cariño, ¡es hora de levantarse! Vamos dormilona, ¡muévete! Ya sabes que no lo puedes llevar a la escuela, por lo que ni siquiera debes ponerlo ahí. ¿Qué quiere decir eso de que no puedes encontrar tus calcetines? Date prisa, es el momento para el desayuno. Deja de jugar con tu cereal. Deja de molestar a tu hermano. ¿Te cepillaste los dientes? Vas a llegar tarde, sube al coche. Que no se te olvide el almuerzo. No, no puedes jugar un rato después de la escuela o vamos a llegar tarde a tu cita con el dentista. Sí, claro que tienes que ir al dentista. Porque yo lo digo, por eso. ¿Les suena familiar? Y todo esto ¡antes de salir de la casa en la mañana! La verdad es que nosotros no estamos acostumbrados a pasar tiempo con nuestros hijos sin interactuar con ellos. Muchas veces estamos tratando de asegurarnos de que no hagan algo mal. O, si no, estamos corrigiéndolos por que hacen algo que no nos gusta. Es realmente agotador, estar siempre de guardia, ¿no es así? Es, probablemente, bastante agotador para los niños también.
¿Cómo sería estar con nuestros hijos sin dirigirlos ni controlarlos? ¿Cómo sería estar simplemente presentes con ese niño, y qué significaría eso para el niño? Ferguson llama a este estado de sólo estar con su hijo, “darse cuenta” de su hijo. María Montessori lo llamó “observando” al niño. Susane Corto es una psicoanalista que también es maestra Montessori. Hace más de 20 años, escribió un artículo acerca de la educación Montessori desde el punto de vista de la psicología analítica. Esta es una de las cosas que ella dijo: “Al ser observador, de alguna manera la psique sabe qué se está viendo. Sentir lo que uno observa. Observar es estar con alguien. Lo que es importante para cualquier persona es ser visto como uno verdaderamente es. Es la única cosa que realmente importa”. ¿No es esa la esencia de las relaciones humanas? Hablar, enseñar, o decirle a alguien lo que debe hacer. Sólo para estar con esa persona.
Cada padre ya ha tenido esta experiencia en su forma más pura. Tal vez el mejor ejemplo de simplemente estar con alguien es lo que experimentamos cuando miramos a los ojos de un bebé recién nacido. Sé que todos ustedes probablemente han notado que en las escuelas Montessori se habla mucho acerca de la “observación” y “observar al niño”. En la mayoría de las escuelas, los padres están invitados a asistir y observar en el aula.
La experiencia de esta observación nos da un marco para hablar de la misma. Sin embargo, las ideas y técnicas que se discuten no sólo son relevantes para la observación en las aulas Montessori. Son cosas que se pueden pensar y probar en casa también. Cuando se llega a observar en el aula, no se va a estar interactuando con el niño. No se puede estar dirigiendo a él ni decirle lo que debe hacer; no se le corrige y ni siquiera se le monitorea. Simplemente se sienta tranquilamente en una silla y observa, ve lo que pasa a su alrededor. Así que esa es una gran diferencia comparada con la experiencia que vive con su hijo en el día a día.
Todo el mundo conoce el viejo refrán. “Ver el mundo a través de lentes color de rosa”. Como padre, usted trae tanto con usted a su observación, que seguramente lo estará buscando, como si viera a través de cristales de colores. Pueden ser las gafas de color rosa-, pueden ser unas gafas oscuras, o pueden ser una pantalla gruesa que impide ver nada excepto la propia pantalla. ¿Cuáles son algunas de las cosas que toman el color que queremos darles? A esto le llamamos los “obstáculos internos que traemos con nosotros”. Las distracciones, tales como las preocupaciones y ansiedades debidas al trabajo y a sentirnos demasiado ocupados, corriendo para no llegar tarde, horarios, llamadas telefónicas u otras responsabilidades. Cualquier cosa que nos lleva fuera de nuestra situación actual. ¿Cómo te sientes físicamente? Eso también es un obstáculo interno. ¿Te molestan tus alergias? ¿Estás molesto por una discusión que tuviste con tu marido esta mañana? ¿Estás irritado porque había mucho tráfico hoy? A veces estamos demasiado distraídos ocupados, preocupados o ansiosos, como para ser capaces de mirar y ver.
La mayoría de los padres no tienen mucho tiempo para pasar con sus hijos. Y a menudo los pocos minutos preciosos que se tienen, son compartidos con las exigencias de la vida diaria. Tienes que hacer los mandados, conseguir los alimentos, lavar los trastos, responder el teléfono (lo haces, ¿verdad? ¡No importa lo que está sucediendo cuando suena!), todas éstas son actividades que se tienen que hacer una y otra en la lista, todos los días. Nos privamos a nosotros mismos de compartir la alegría más profunda que podemos experimentar: estar con nuestros hijos, porque otras cosas parecen tan importantes en el momento.
Cuando recojas a tu hijo en la escuela, por ejemplo, tómate un momento para bajar a su nivel y buscar sus ojos. Dile que estás feliz de verlo. Camina lentamente, a su ritmo, hasta el coche. Nota lo que les rodea. Escucha lo que quiere compartir contigo acerca de su día.
Cuando se llega a observar en la escuela, ¿cómo esperas que tu hijo se comporte en el aula? ¿Qué piensas que tu hijo estará haciendo? ¿Vas a estar decepcionado si no ves a tu hijo elegir un trabajo? ¿Vas a estar decepcionado si ves a tu niño elegir un trabajo que parece fácil, según tu propia perspectiva?
Pensemos en algunas experiencias pasadas, entonces ahora piensa: ¿Llegas con alguna experiencia o conocimiento pasado? Todo el mundo tiene alguna experiencia pasada con el dinero, ¿verdad? ¿Cuál es el primer recuerdo que tienes sobre el dinero? ¿Has tenido una experiencia realmente maravillosa con el dinero? ¿Una mala experiencia con el dinero? ¿Crees que eso te afecta cuando tienes un billete de un dólar en tus manos? Lo mismo pasa con la observación de tu hijo. Cuando observas en la escuela, estás trayendo a tus memorias lo que viviste en tu infancia y tu experiencia escolar. ¿Cuál fue tu escuela? ¿Cómo te sientes cuando sabes que tienes que estar en la escuela parte del día? También estás trayendo todas tus experiencias pasadas vividas con tu hijo, a partir del día en que nació, y todos tus sentimientos acerca de su personalidad en base a tu conocimiento a través de la convivencia con él.
¿Crees que tu hijo es activo, tímido, brillante, torpe, etc.? Si piensas que él es un niño activo, ¿tal vez te sientas sorprendido si lo ves sentado tranquilamente en paz? ¿Vas a estar preocupado de que algo esté mal? Si crees que es independiente, ¿te sentirías decepcionado si quiere quedarse cerca de ti y empieza a llorar cuando te vayas? Cuando etiquetamos a nuestros hijos, incluso en nuestras mentes, estamos creando una imagen muy limitada de ellos. Los juicios de valor, o nuestras propias ideas y juicios sobre lo que es bueno y lo que es malo, también pueden colorear esas gafas.
Teniendo en cuenta nuestra historia basada en la experiencia con nuestro hijo y los fuertes lazos emocionales que nos unen a él, probablemente sólo tenemos que aceptar el hecho de que ninguno de nosotros jamás será capaz de ver a los hijos en una luz completamente objetiva. No creo que sea posible que los padres lleguen a observar a su hijo de la misma manera que alguien que no sea el padre del niño lo haga. ¡Es algo maravilloso saber que hay alguien en el mundo que siempre te ve con los ojos del amor! Pero es un ejercicio interesante para tratar de darse cuenta de que, sí, todos tenemos una forma particular de mirar a nuestros hijos. Y, sólo por el momento, podemos desafiarnos a nosotros mismos para tratar de dar un paso atrás para tratar de suspender nuestras suposiciones y nuestros juicios y prejuicios y simplemente ver lo que hay allí.
Estas son formas que podemos trabajar para lograr eliminar estas gafas temporalmente con el fin de estar más cerca de la raíz y estar presente en la observación de nuestros hijos. Estos son momentos preciosos entre un padre y un hijo, y esta oportunidad no dura para siempre.
Si eres padre de un adolescente, entonces sabes que el tiempo llega muy rápido, ese momento en el que tu hijo ya no te necesita, cuando tal vez ya no eres la persona más importante en su vida, cuando no está esperando ansiosamente que llegues para verte después de la escuela.
Hice mi formación de maestros Montessori hace 35 años, y sigo pensando en algo que mi entrenadora decía acerca de lo importante que es estar completamente presente con los niños en cada momento. Ella siempre decía que el guía debe entrar en el salón de clases cada día limpio, claro y vacío. Listo para ver con ojos nuevos a cada niño como un niño nuevo, cada día como un nuevo día, cada momento como un nuevo momento.
Hay todo tipo de técnicas que nos pueden ayudar a llamarnos para estar de vuelta al momento presente. Podemos hacerlo en cualquier momento y notar que todo tiempo es maravilloso para hacerlo, pero sobre todo, el momento más enriquecedor sería el momento de recoger a tu hijo en la escuela.
Así, en la observación, lo que queremos hacer es ver más y actuar menos. Si actuamos menos, podemos ver más.
Una mamá en mi escuela estaba hablándome un día de observación, de su bebé de cuatro meses. Me contaba que se daba el tiempo de alejarse un poco y observarlo, únicamente observarlo y me comentó: “Confío más en él, y me siento más conectada al ser capaz de averiguar lo que necesita. Es lo que hace que la paternidad sea gratificante, relajante y fácil, y ¡tengo un bebé de 4 meses! Sólo le prestó atención para no asfixiarlo con sobreprotección, sólo lo miro. Él me mostrará lo que necesita”.
La mayor parte del tiempo, nuestros niños necesitan menos ayuda de la que nosotros pensamos. Y si nos tomamos el tiempo para ver, por lo general nos mostrarán lo que necesitan. Cuando tenemos visitantes que vienen a la escuela para observar en un salón de clases, siempre les digo que al observar en el aula deben estar tranquilos y ser discretos. ¿Quieres ver lo que está sucediendo como si no estuvieras allí? Este es su tiempo para estar observando. Este puede ser su único momento para ver las cosas en el aula y seguramente será muy interesante, así que por supuesto que deseas sacar el máximo provecho de la oportunidad.
Aquí están algunas ideas de cosas que puedes hacer para ayudar a que disfrutes de tu observación en el aula de tu hijo.
1. Prepara a tu hijo: Dile que vas a venir a visitar, que estarás viendo desde la silla del visitante y que te quedarás un tiempo corto, y luego te marcharás. Dile que volverás a buscarlo después de la escuela como todos los días.
2. Trata de venir sin expectativas: No digas “me muestras lo que puedes hacer”. Esto puede ser abrumador para el niño pequeño. Hay muchas cosas que hace en el aula durante todo el día, y este tipo de instrucción es demasiado vaga y abstracta para que tenga sentido para él. Usted puede decir “Estoy aquí para ver a los niños que trabajan, y te veré también.”
3. Trata de observar sin juzgar: no estás allí para ver cómo está tu hijo. No estás allí para emitir un juicio sobre si el guía está haciendo bien las cosas, si progresa, o aprende lo suficientemente rápido. Estás allí para ver qué tipo de actividades ocurren en el aula, cómo los niños se relacionan entre sí, cómo se relacionan con adultos y con el trabajo. Estás allí para apreciar a tu hijo y sólo para compartir con él durante un corto período de tiempo la experiencia que vive en la escuela.
4. Observa a los otros niños: sus madres no están presentes, lo que significará que sus actividades serán más o menos las normales o típicas de todos los días. Lo que se ve de ellos puede ser lo que estarían haciendo si no estuvieses allí observándolo.
5. Sé agradecido: estar agradecidos de lo que se te está concediendo, es un privilegio observar la gran obra de la naturaleza. Tu hijo está creándose a sí mismo a través de su propia actividad en el mundo y sus interacciones con los demás.
Es importante saber qué es lo que se debe buscar en un aula Montessori. En 1918 María Montessori dio a los maestros lo que ella llamó una “Guía para la Observación Psicológica”. Era una lista de algunas de las cosas que pensaba que sería importante que el profesor observe sobre cada niño. Su lista incluye lo siguiente:
¿Cuándo es que el niño comienza a trabajar por cualquier período de tiempo en una tarea? ¿Es capaz de volver a su trabajo después de la distracción?
¿Cuándo comienza a obedecer con entusiasmo y alegría?
¿Cuándo empiezan a tomar parte en el trabajo de otros con el esfuerzo de su inteligencia? ¿Muestra períodos de serenidad?
¿Observas manifestaciones de afecto?
¿Oyes gritos de alegría?
Puedes ver algunas de estas cualidades cuando observas en el aula, y sin duda hay muchas oportunidades en casa para ver estas cosas.
¿Recuerdas a la madre de mi escuela que estaba tan sintonizada con la observación de su bebé? Un día estábamos hablando de lo que había aprendido sólo por estar con su bebé observándolo. Ella dijo: “Parece que he aprendido aún más profundamente a través de la observación de todo lo que hay en mi hijo y es muy interesante. Me hace apreciar mucho más su desarrollo y la naturaleza humana y el desarrollo de la vida a través de él”. De hecho, existen cualidades universales que Jennifer pudo ver en su hijo y que tú puedes ver en tu hijo y que podemos ver en todos los niños. Estas son las tendencias que todos los seres humanos comparten; no importa en qué época histórica viven, sin importar el país en que nacen, no importa el idioma que hablen.
María Montessori descubrió esto a través de su propia experiencia al observar a los niños no sólo en la primera Casa de los Niños en Roma, sino al observar a los niños de todo el mundo durante casi 50 años, desde Europa, América del Norte, América del Sur, Asia. En todos los países, con los niños de todas las razas, todos con antecedentes culturales diferentes y distintas lenguas, siempre observó las mismas características:
Ella observó que a los niños les encanta trabajar.
Ella observó que los niños se sienten obligados a explorar lo que encuentran en su entorno.
Ella observó que los niños muy pequeños tienen un gran amor por el orden.
Ella observó que los niños tienen un deseo de manejar y manipular objetos.
Ella también observó que los pequeños tienen ganas de repetir las actividades una y otra vez y luchar por lograr la precisión.
Los niños naturalmente se corrigen solos. La experiencia de cometer un error o sentir que algo no está bien, o escuchar la opinión de alguien sobre su trabajo, les llevará a volver a empezar, volver a intentarlo y seguir trabajando hasta que no se equivoquen, sin sentirse mal o culpables por haber cometido el error. En Montessori llamamos a esto el “control de error” y está integrado en muchos de los materiales de desarrollo Montessori; los propios materiales guían al niño y lo animan a intentarlo de nuevo hasta lograr un resultado satisfactorio. Ellos tienen un ardiente deseo por la independencia. Tienen una necesidad de comunicarse y expresar amor. Todas estas cualidades son innatas en los niños. Ellos deben expresarse.
Espero que tengan la oportunidad de utilizar algunas de estas ideas y experimentar con ellas cuando pases tiempo con tus hijos en casa y por supuesto también cuando vayan a observarlo en el aula.
Traducción: Andrea García.