Los niños están mucho más capacitados que los adultos para mirar y escuchar de una manera abstraída y desinteresada.
¿Cómo desarrollamos mejor esta actitud en el niño?
Para los educadores, dos factores son vitales: nuestra propia receptividad abierta a las cualidades sensoriales del mundo natural y nuestro deseo de dar a los niños el regalo especial del tiempo. 
Para muchas personas el camino del mundo natural ha sido a través de la identificación, un proceso que puede ser esterilizado. Existe una tentación que siempre está presente de organizar, clasificar, simplificar, abstraer, y etiquetar hasta el punto de distracción, cuando las construcciones de la mente por sí mismas se vuelven realidad. Los nombres son por conveniencia, referencia, para hacernos entender. Pero ellos mismos son nada. Una vez que etiquetamos algo, hay una tentación de asumir que lo conocemos. 
Para que el lenguaje sea significativo, debe capturar la experiencia del niño. Igualmente importante es que los niños necesitan tiempo.
Muchos niños han sido apurados a través de su niñez con poco tiempo para ser receptivos o pensativos o para integrar sus experiencias.
Debemos de permitir algunas pausas en el tiempo para capturar los preciosos ingredientes de una experiencia especial.
Las vidas de los niños son una celebración expresada en actividad en la cual sentimientos, sentidos, movimiento, y pensamiento se funden armoniosamente.
El ambiente facilitador es uno transaccional el cual es transformado por los niños y por el cual ellos son transformados. Los niños pequeños aprenden a pensar con el cuerpo completo, y el ambiente Montessori demuestra el valor del cuerpo como un instrumento de expresión del ser, un objeto de belleza, y una fuente rica de placer expresado en movimientos coordinados.
El cultivo de la sensibilidad, la empatía, el respeto y cuidado también reside en la atención consistente del ambiente de la confianza, pero no es perfecto, seres humanos. Valores y actitudes de solidaridad no pueden ser implantados, insertados o legislados; ellos simplemente tienen que estar ahí. Los niños nacen con el sentido de la curiosidad el cual aumenta su consciencia del mundo acerca de ellos. Están abiertos y espontáneos, entusiastas y curiosos. Cada día despiertan para sorprenderse; para descubrir cosas nuevas en los sucesos de cada día. Un adulto entusiasta que comparte su alegría, que es una valiosa acompañante.
Imágenes cortesía de Gaby Garza