Prejuicio en el jardín
Un capítulo tomado del libro “El Niño y la Naturaleza” de María Montessori
Incluso en medio de la naturaleza no podemos evitar tener prejuicios para saber cuál es la verdad. Nosotros nos hemos hecho también una idea simbólica de las flores; tratamos de adaptar las actividades del niño a nuestras propias ideas en vez de seguir al niño para interpretar sus gustos y necesidades. Tan es así que en el jardín el niño es forzado a realizar actividades creadas artificialmente por el adulto. El acto de poner una semilla en la tierra y después esperar a que crezca algo, es trabajar en una escala muy pequeña y envuelve una espera muy larga para el niño. Ellos quieren hacer grandes cosas y llevar su actividad a una conexión inmediata con los productos de la naturaleza. Sin duda los niños aman las flores, pero están muy lejos de satisfacerse con estar entre flores, esperando mucho tiempo a que florezcan coloridamente. Los niños están felices si pueden actuar, descubrir, explorar incluso separados de la belleza externa.
Como resultado de experimentos que hemos hecho, varias conclusiones, diferentes de aquéllas con las que yo mismo empecé, se han demostrado con niños que se han dejado con libertad de elegir.
El trabajo que mas les gusta a los niños no es tanto el de sembrar semillas sino el de cosechar: que como se sabe, no es menos intenso que el otro. El cosechar es, se podría decir el que intensifica el interés de sembrar semillas. Cualquiera que experimente estar en la cosecha se sentirá con mucho interés la fascinación oculta de sembrar.
Uno de los experimentos más fascinantes fue el de cosechar granos y uvas. La cosecha de un campo de maíz, el romperlos y formar fajos para ser atados juntos con moños de colores fue un gran suceso y puede ser la ocasión de deleitantes festivales de campo. El cuidado de las viñas, el limpiar las uvas, así como recolectar las preciosas frutas en canastas, puede convertirse en un día de gala de todos tipos.
Todos los árboles frutales nos llevan a trabajos de este tipo. Reunir almendras interesa incluso a los más jóvenes, quienes hacen un trabajo muy útil, son tan diligentes buscando las almendras escondidas y reuniéndolas en canastas. Cazar a las fresas escondidas entre las hojas es un trabajo no menos placentero que aquél de buscar violetas dulces.
Después de estos experimentos sigue un interés en sembrar semillas a gran escala, como por ejemplo en un campo de maíz, con todas sus operaciones. Solo los adultos pueden preparar el surco, pero los niños pueden apilar los diferentes tipos de granos para sembrar, los cuales se colocan en canastas separadas; ellos pueden lanzar semillas a lo largo de los surcos. El brotar en tantas filas de plantitas da una gran satisfacción tanto a la mente como a la vista. El crecimiento parece ser más llamativo por la cantidad uniforme, por los patrones a lo largo, en líneas paralelas que se colorean. Parece que la magnificencia proviene del agrupamiento masivo de pequeños entes, que aislados no tienen mucho interés. Los tallos amarillos al balancearse con el viento, cuando crecen incluso hasta el hombro de los niños, llena de entusiasmo la pequeña banda esperando para cosecharlos. Incluso nuestro trabajo de campo tenía un propósito religioso, tuvimos oportunidad de concluir que la vida del campo está mejor adaptada al niño que la filosofía y el simbolismo de las flores.
Los pequeños solares de fragantes hierbas también están llenos de cosas interesantes. La actividad del niño se dirige entonces a buscar, identificar y escoger hierbas de diferentes aromas. El ejercicio de reconocer cosas similares o buscar un perfume más que una flor, demanda un intenso esfuerzo y provoca un sentimiento de haber descubierto algo que estaba oculto.
Naturalmente las flores también son de interés, pero recolectar flores es contrario a la naturaleza a diferencia de recolectar frutos ofrecidos por la tierra a través de las flores. Estas, por su belleza parecen atraer más a los insectos que a los humanos, ya que estos ayudan en la misión de vida eterna. Es cierto que el niño se siente satisfecho solo por estar sentado junto a las flores y admirándolas, sin embargo se levantan en busca de algo que hacer; la razón es que a través de la actividad simulan abrir esos botones suyos que tienen un instinto de belleza.
El trabajo debe de ser variado. Las operaciones finales de sembrar y cosechar no son esenciales para fomentar el interés del niño. Se adapta fácilmente a las cosas simples que tienen un final inmediato a la vista, y le permiten tener un rol de esfuerzo – como por ejemplo, sacar la hierba de las parcelas, quitar las hojas secas, cortar algunas ramas viejas. En una palabra, tener un campo extenso para actividades y tener oportunidad de nuevas experiencias y de realizar tareas difíciles, da satisfacción al espíritu de animación que al niño a hacer su camino en el mundo.