Cuando las actividades se realizan con gusto, por convicción, entonces dejan de ser trabajo y se tornan en el hacer diario, en la razón que da sentido a lo que se cree y se disfruta. Todo es un dar y recibir y para que esto sea posible se necesitan dos que estén dispuestos a hacerlo. Quiero agradecer a los niños su disposición para que yo pueda decir con gran satisfacción “soy maestra”, pero sobre todo por enseñarme pues son ellos los maestros “vivientes”, son ellos quienes nos eseñan lo esencial de la vida en cada parpadeo.
Creo que es una de las profesiones más interesantes: estar en contacto directo con la vida, ser parte observante de los milagros del desarrollo humano, ser testigo de los logros, pequeños y grandes que cada uno de los niños alcanza constantemente.
Aunque parezca que todos los días es lo mismo, puedo asegurar que no he tenido un día igual en todos los años que he compartido las aulas con los pequeños; su frescura y espontaneidad me sorprenden constantemente y le imprimen alegría y juventud a mi vida.
Gracias a los padres de familia por el apoyo y sobre todo por la confianza que depositan en nosotros. Segura estoy de que este es el sentir de mis colegas de Montessori de Cancún a quienes agradezco por enseñarme y compartir conmigo la aventura de trabajar para los niños.
¡Gracias por las experiencias!
