Bebés enharinados, en busca del autocontrol

bebes_harina_01

El autocontrol es una segunda naturaleza.  El hombre siente la sensación que un muro invisible lo separa de todos los demás individuos y del resto del mundo.  Se afirma como individuo, el “Homo Clausus”, el hombre aislado, que se vuelve un YO sin NOSOTROS.

Cambia tanto en su comportamiento como en su manera de sentir,  los estandares de aquello que está permitido y de lo que está prohibido.  Aumenta el margen de la repugnancia en confronto de la violencia, el sentido del pudor induce ciertos comportamientos tras bambalinas  de la vida pública.  La disminución de la constricción externa conicide con un aumento de la constricción interna.   Los buenos modales, a través de los procesos de socialización, de educación, trabajan incansablemente modelando la personalidad.  Los controles externos son cada vez más internos y de ser impuestos se hacen siempre más automátizados.

bebes_harina_02“Los niños aman tocar con las manos -observa un educador del 1700- tocan los vestidos, tocan todo lo que encuentran, es necesario corregir esta necesidad y enseñarles a tocar únicamente con los ojos lo que tienen frente a ellos”.  Esta prescripción nos es del todo obvia: una autoconstrición de origen social prohibe el abandono a la espontaneidad de afferar lo que se desea, lo que se ama, o lo que se odia.

Es la ley fundamental de la sociociogénesis de la psique civilizada, es a educación a la que la civilización obliga a los instintos y las inclinaciones  humanas naturales.  La infancia es sometida a esta sujeción, a esta domesticación, la historia individual recorre las etapas principales del proceso de civilización.  El niño debe adquirir las buenas costumbres y esas adquisiciónes serán siempre más invasivas mientras más se intensifique el proceso a nivel social, comprendiendo capas más amplias de la poblción y por tiempos siempre más prolongados.

 

bebes_harina_03La historia de una sociedad se espejea en aquella del individio que la forma: el mismo proceso de civilización que la sociedad en su complejo ha cumplido en el transcurso de muchos siglos debe ser recorrido en la individualidad de cada persona; de hecho, nadie nace ya civilizado.

 

Infancia y sociedad en María Montessori.
Raniero Regni.

 

 

 

 

Fotos: Gaby Garza