Mantener el justo equilibrio

Convivencia sin Violencia Cancún nos invita a reflexionar sobre la “Templanza”. Esta lectura que proponemos fue escrita por Genoveva de la Vega; seguramente será de su interés.

Del latín “temperantia”, la templanza está relacionada con la sobriedad o moderación de carácter. Una persona con templanza reacciona de manera equilibrada ya que goza de un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos. “La templanza, es la capacidad para ser firmes en lo que queremos y para mantenernos a distancia de lo que no queremos”.

Gracias a la templanza las personas pueden reconocer cuáles son sus necesidades reales (aquellas que colaboran con su desarrollo y con su bienestar) y cuáles son las necesidades creadas a partir de los deseos inagotables que surgen por el ego y que, por lo tanto, perjudican al individuo, Ya que una cosa es lo que queremos y otra lo que necesitamos.

En este sentido, la templanza dota a los seres humanos de libertad, ya que impide el surgimiento de vicios que nos atan y nos vecen y evita el sometimiento a los impulsos, es decir usamos nuestra libertad con responsabilidad y conciencia. El adjetivo templado se aplica para referirse al término medio entre lo caliente y lo frío, y del mismo modo a todo aquello que mantiene algún tipo de equilibrio o de armonía interna, espiritual. Si el ser humano obrara como sus instintos le dictan, nunca podría encontrar su perfección del ser, no podría alcanzar aquello para lo que está destinado. Se dice también que no obrar con templanza es un acto de egoísmo, ya que uno como persona no puede aportar buenas cosas al mundo y a la sociedad en la que vive por solo pasar el tiempo pensando en lo material y en sus vicios, tampoco puede apreciar de forma correcta la realidad para poder actuar de este modo acorde a ella. En el plano físico, la Templanza se opone a los deseos carnales y al gozo desenfrenado a nivel sensorial como comer y beber en exceso, el deleite sexual, la ostentación de bienes, ya que estos alejan a las personas de una vida virtuosa y espiritual. En la parte racional, permite alcanzar el equilibrio mental y espiritual por lo que hace que una persona sea mejor. A las personas les lleva tiempo y paciencia alcanzar la templanza en su carácter. La moderación como estilo de vida, permite purificar, liberar y limpiar el espíritu de las personas. En cambio la destemplanza genera confusión, desorden, malestar mental e infelicidad por su falta de conexión con el alma.

Una persona con templanza logra la paz interior y es capaz de tomar conciencia de cada uno de sus actos para que ellos tengan como finalidad mejorar como persona y tener una vida más pacífica. Aunque la templanza suele ser un concepto muy usado por las religiones no sólo es aplicable a ellos sino asociado a la espiritualidad y a la moral. La templanza es una cualidad muy necesaria para alcanzar el desarrollo personal y alcanzar los objetivos de vida, para mantenernos estables en momentos difíciles de la vida y para resolver conflictos y situaciones de forma pacífica y con sabiduría.

El concepto de templanza también se usa en el ámbito de la pintura y el arte, por lo que se considera a la templanza como armonía, equilibrio y adecuada disposición o uso de los colores en una obra de arte.

 

¿Cómo explicar la templanza a los niños pequeños?

enrique torre cilindros

La vida está llena de cosas placenteras, de actividades y experiencias que disfrutamos y que nos hacen sentir bien. Mucha gente encuentra un gran deleite degustando diversos platillos y hay quienes experimentan un enorme gozo con los postres y las golosinas en general. Otro caso es el de los juegos de video, los cuales están diseñados para proporcionar muchas horas de diversión a las personas, especialmente a los jóvenes. Los anteriores son sólo dos ejemplos de cosas que producen placer y que, por lo tanto, se desean.

La templanza nos enseña a disfrutar de todo aquello que nos gusta sin caer en el exceso; es decir, a deleitarse con las cosas buenas que ofrece la existencia sin perder el control. Y es que algo que nos resulta divertido, emocionante o delicioso se puede volver dañino cuando nos dejamos arrastrar por él, cuando no ponemos límites. Hay quienes pasan horas y horas frente a una pantalla practicando este pasatiempo, sin darse cuenta de que están descuidando sus estudios, el trabajo, a su familia, a sus amigos y su salud. 

Este valor nos invita a ser moderados, a llevar una vida equilibrada y rica en experiencias, a no dejarnos atrapar por un solo deseo, a controlar nuestros apetitos. La templanza nos ayuda a mantener el control sobre nuestra voluntad, a reconocer los límites más allá de los cuales algo que es bueno, grato, sano o rico se transforma en algo malo, dañino o desagradable.

El filósofo griego Sócrates y su alumno Platón, quienes vivieron hace muchos siglos, pensaban que la templanza era necesaria para ser felices. Es una forma para mantenerse en equilibrio y contribuye a ver la vida con claridad y serenidad. Por su parte, Aristóteles, quien era alumno de Platón, decía que la templanza era “el justo medio” entre los extremos.

Hay personas que no son capaces de dominar sus emociones, que, cuando se enojan, golpean a los demás, los insultan y arrojan cosas. También están aquellos que, al sentirse tristes, se tiran al suelo y lloran a gritos como si fueran niños pequeños. Expresar enojo, tristeza, temor, rencor, celos o envidia es algo muy humano, y manifestar tales sentimientos resulta perfectamente normal; no hay que avergonzarnos de nuestras emociones ni pretender que estamos hechos de piedra y que, por lo tanto, nada nos afecta. El problema surge cuando no somos capaces de dominar tales sentimientos y dejamos que sean ellos quienes nos dominen. La templanza es un valor que nos ayuda a tener el control sobre lo que sentimos y sobre nuestros instintos.

La templanza nos otorga la serenidad necesaria para mantener una buena actitud ante la vida y para no dejarnos controlar por las tendencias negativas que nos rodean.