Agradecemos a Samantha Villanueva por su colaboración especial con este artículo que seguramente resultará muy interesante para nuestra comunidad.
Cómo practicar la empatía entre padres e hijos
Parecería fácil, en teoría, entender los sentimientos de los demás; pero, si analizamos lo que hacemos cuando alguien nos dice lo que siente, no es tan sencillo recibir. Y es que nos cuesta ponernos en los zapatos de otros, nos gusta ser escuchados de entrada, pensamos que nuestra opinión es más importante. Sin embargo los sentimientos no se pueden negar ni cambiar, si los recibimos activamente podríamos tener relaciones más satisfactorias para las dos partes.
Esta reflexión se aplica entre todas las relaciones humanas, de adulto a adulto, de adulto a niño y de niño a niño, sin embargo, nos enfocaremos a las de niño-adulto.
Es muy común que podamos aceptar las conductas de los niños siempre y cuando no nos hagan enojar o sentir ansiosos.
Ejemplos:
Niño: ese programa de tv estuvo muy aburrido
Padre o madre: no es verdad, estuvo muy interesante
Niño: no le entendí…
Padre o madre: fue muy educativo
Niño: fue tonto
Padre o madre: ¡No hables así!
Niña: mi abuela me cae mal
Padre o madre: lo que acabas de decir es terrible, ¡no quiero que lo vuelvas a repetir!
Aquí tenemos otros ejemplos de comentarios que conducen a la negación automática de los padres o maestros:
Niño: no me gusta el nuevo material.
Maestro: ¿Cómo respondes negando su sentimiento? ¿Cómo recibirías su sentimiento?
Niño: Mi fiesta de cumpleaños estuvo aburrida
Padre o madre: ¿Cómo respondes negando su sentimiento? ¿Cómo recibirías su sentimiento?
Niño: no quiero usar el paladar, no me importa lo que el dentista diga!
Padre o madre: ¿Cómo respondes negando su sentimiento? ¿Cómo recibirías su sentimiento?
¿Cómo puedo empatizar?
La empatía no es otra cosa más que escuchar activamente y tratar de comprender desde la perspectiva del otro.
Esperar hasta que el niño termine y no anticipar los hechos.
Ponerse al nivel de sus ojos y mirarlo.
No dar tu opinión hasta que hayas escuchado las versiones completas.
Si comentas que sea: ¡0h! ¡Ah! “entiendo” ¡Guau!
No preguntes ni aconsejes.
Puedes usar la imaginación para convertir los deseos en realidad: cuando conviene dar los consejos y guía es en otro momento de la conversación. Cuando hay conflicto entre padre e hijo, es importante escuchar la versión del niño primero, cuando termine completamente tu puedes decir cómo te sientes.
En el caso de un conflicto entre dos niños, es importante escuchar la versión de los dos. Todos merecemos ser escuchados en nuestra versión de los hechos, antes de emitir juicio alguno.
Ahora, a ejercitar:
¡No sé por qué los maestros nos abruman con tanta tarea! (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Hoy tuvimos deportes y no pude anotar ni un gol (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Se fue mi maestra de la ciudad (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Niño: no me gusta el nuevo material
Maestro: (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Niño: mi fiesta estuvo aburrida
Padre: (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Niño: no quiero usar el paladar, ¡no me importa lo que el diga el dentista!
Padre: (contestar entendiendo la perspectiva del chico).
Es importante no privarlos de sus necesidades vitales (sus comidas, sacar su energía en el descanso de la escuela, etc.) porque puede ser contraproducente. En el caso de un niño con mucha energía que sea castigado con no salir al recreo, puede resultar peor portado porque no pudo sacar esa energía fuera del aula.
También es importante describir los halagos y las reprimendas, los hechos ayudan que el niño entienda qué es lo que hizo correctamente o incorrectamente. Cuando dices: ¡“muy bien!” el niño se siente bien, pero no sabe con exactitud qué hizo bien. Cuando describes: “¡pusiste toda tu concentración en esas ecuaciones matemáticas!” puede realmente subir su autoestima. Lo mismo pasa con las reprimendas, si dices ¡muy mal! no hay aprendizaje: describe lo que estuvo mal.
De la misma forma pensar en la consecuencia adecuada y que tenga relación con lo que hayan hecho.
Es común que dejemos a los niños sin iPad o tv cuando no limpiaron su cuarto, por ejemplo.
¿Te has dado cuenta de toda la reflexión que se requiere para hacerle saber a un niño o adulto que sí sabes lo que está sintiendo?
Recomiendo mucho la lectura del libro que señalo en el próximo párrafo. Lo considero práctico, con ilustraciones y se puede consultar todo el tiempo. También existe la versión para adolescentes.
Faber Adele, Mazlish
Cómo hablar para los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen
Harper Collins Publishers
Nueva York, 2005