“Cuando la gratitud es tan absoluta las palabras sobran”
Álvaro Mutis
Edith Sánchez es una escritora y periodista colombiana, ganadora de varios premios de crónica y gestión cultural. Algunas de sus publicaciones son “Inventario asombroso” “Humor Cautivo” y “Un duro, aproximaciones a la vida”. Ella es la autora del texto que compartimos a continuación.
Agradecer
El sentimiento de gratitud no corresponde a una de las emociones básicas. Todo lo contrario. Para experimentarla se requieren una serie de procesos complejos en la mente. No todo el mundo puede experimentar gratitud. Es una virtud reservada para los espíritus más elevados y para las inteligencias mejor desarrolladas.
A diferencia de otros sentimientos, el de la gratitud no aparece como un impulso simplemente. La gratitud exige que haya un sistema de valores éticos, en donde estén resueltos los conceptos de dar y recibir, además de una renuncia a la visión egocéntrica de la vida.
El trasfondo de la gratitud y la ingratitud
La gratitud puede definirse como un sentimiento de aprecio y valoración por las acciones que otros hacen a favor nuestro. Implica una suerte de deuda moral con quien nos hace bien. Deuda que no significa hacer un cálculo para redimirla, sino elevar la estima por quien nos hace un favor o nos prodiga un bien, y estar abiertos a la posibilidad de corresponder por el beneficio recibido.
No solamente los seres humanos experimentan gratitud. También los animales superiores cuentan con esta virtud, aunque la expresen en forma rudimentaria. Un perro, por ejemplo, entrega su lealtad a quien se ocupa de cuidarlo y amarlo.
Las personas que no son capaces de experimentar gratitud tienen un elevado narcisismo. No solamente tienen problemas de memoria, sino que también dan por sentado que merecen toda la ayuda que reciben. De hecho, muchos de ellos se atribuyen por completo los beneficios que obtienen y omiten por completo lo que los demás aportaron para poder lograrlos.
La ingratitud es propia de personas que han sido criadas con exceso de gratificaciones. No se les enseña a valorar lo que otros les dan. Sus padres le inculcan la idea de que lo merece todo, por ser quien es.
Quien ha pasado por dificultades y las ha resuelto, sabe el inmenso valor que tiene la ayuda de otros. Nada como sentirse impedido para algo, o atrapado, o vencido, para entender que la mano que otro tiende es un verdadero regalo del cielo.
Los beneficios de la gratitud
La gratitud es un sentimiento sutil y sofisticado. Casi un arte. La gratitud germina sobre la convicción de que los seres humanos somos incompletos y que nos necesitamos mutuamente. Es el producto de haber desarrollado una ética de cooperación, en lugar de una actitud de competencia o confrontación.
Según un estudio llevado a cabo por Rollin McCraty y Doc Childre, representantes de HeartMath Research Center y Quantum Intec Inc., respectivamente, las personas que son capaces de experimentar gratitud obtienen grandes beneficios para el buen funcionamiento de su corazón, tienden a enfermar menos y son, en general, más felices.
Los agradecidos son también personas que difícilmente dan cabida a sentimientos negativos como el arrepentimiento, el resentimiento y la envidia. Son capaces de sentir gratitud, precisamente porque eligen ver lo mejor de las personas y guardarlo en la memoria.
También son más generosos. Reconocen que la ayuda mutua es un valor importante y por eso no solamente son capaces de apreciar la ayuda que reciben, sino que también están dispuestos a ayudar a otros. Por eso no todos saben agradecer: es una virtud que solamente tienen los mejores.
“La gratitud no solo es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás”
Cicerón