El niño es el instrumento que no sólo hace amar a cada uno el propio rincón de la tierra y le hace adherirse a las propias costumbres, sino que es también, por la misma razón, el vehículo para pasar a través de la evolución de la civilización. Después de muchos estudios, se ha llegado a la conclusión de que los dos primeros años de vida son los más importantes, porque durante ellos, se dan los desarrollos fundamentales que caracterizan la personalidad humana.
En tanto el recién nacido no tiene nada, apenas el poder de moverse, a los dos años, el niño habla, corre, comprende, reconoce las cosas del ambiente. Luego se prolonga todavía más su infancia, en la edad de los jueos, organizando sus creaciones inconscientes y haciéndolas conscientes en sí mismo.
La vida se divide en períodos bien distintos. Cada período desarrolla propiedades que están dirigidas en su construcción por las leyes de la naturaleza.
Si no se respetan estas leyes, la construcción del individuo puede resultar anormal. Pero teniendo cuiddo de ellas, con la preocupación de descubrir y secundar las leyes del desarrollo, se pueden manifestar caracteres jamás conocidos y soprendentes, en los que poco a poco se van viendo las internas y misteriosas funciones que dirigen la creación psíquica del hombre.
El niño tiene grandes poderes que nosotros desestimamos. En la civilización actual uno de los peligros más amanezadores es el ir contra la ley de la naturaleza al educar al niño y sofocarlo o deformarlo en función del error de prejuicios comunes.
El hombre es ese ser superior dotado de inteligencia, que tiene una gran misión en la tierra: transformarla, conquistarla, utilizarla, construir un mundo nuevo maravilloso que supere y se sobreponga a las maravillas de la naturaleza. Es el hombre quien crea la civilización. Su trabajo es ilimitado.
Cuando sean dominados los prejuicios por el conocimiento, entonces aparecerá en el mundo el “niño superior”, con sus poderes maravillosos que hoy siguen ocultos; entonces aparecerá el niño que está destinado a formar esa humanidad, que será capaz de comprender y de controlar la actual civilización.
Formación del hombre, capítulo 3, “las nebulosas”, María Montessori.
¿Estamos preparando el camino? ¿Nos estamos comprometiendo con las generaciones que comienzan su andar?
Reflexionemos… En silencio… Con sinceridad.